Querías volver a Eros y nos encontramos;
Quería soñar y coincidimos; Construimos un castillo de arena que las oleas ritmaban. Siempre imaginé que pudiéramos volar; nunca pensé que fuera realidad; cada "apenas momentitos de felicidad a tu lado" fue un regalo del Destino; arriba estábamos; cada sonrisa tuya alimentaba mi felicidad; cada mirada tuya encendía las llamas de mi corazón; cada caricia tuya domaba mis miedos, me tranquilizaba; cada beso tuyo me propulsaba en la quinta esfera; atrás dejaba tierra, agua, aire y fuego; tocaba la luna.
Los sentimientos, el amor, el cariño y las palabras no bastaron. La distancia, la ingrata obra del tiempo y los sueños avasallaron tu mente; A partir de este momento nos distanciamos, nos alejamos cada uno por su orilla hasta tal punto que ya no nos escuchábamos; no quería ver la evidencia. Pero en la tierra quedaba solo, el agua apagó el ardor visceral, tu voz ya no soplaba a mi oído; por el aire se deslizaba un eco que sólo yo podía escuchar, cada vez más difuso, impreciso.
¿Y ahora qué? ¿Otra ofrenda del Destino o castigo pagano? Pienso luego existo…
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